El transporte está impulsado por máquinas que propulsan a las personas y a las mercancías hacia los destinos a los que deben llegar, y lo hacen mientras están protegidas por una fina película de lubricante. Estas aplicaciones plantean retos únicos a la fiabilidad de los equipos y a la lubricación en estas operaciones de gran intensidad de capital mientras se mueven por entornos difíciles.